viernes, 20 de marzo de 2020

Incierto


Parafraseando a Saer: amanece y ya estamos con los ojos abiertos.
No se oyen los motores de los autos que cruzan el carretero, ni el canto de los pájaros que el viento suele traer desde costa.  Ni la voz de la vecina que apura a los hijos con el desayuno. Ni el susurro de los amantes que se despiden en la penumbra. Solo la voz de la cuidad llega, delatora; viene de muchas direcciones. Viene en forma de silencio.

Encendemos el televisor o tal vez no, tal vez ha quedado encendido toda la noche.
Fuera de la cama la incertidumbre ha tomado forma. La de las caras somnolientas de los que por costumbre se han levantado aunque no irán al trabajo. La de las respiraciones profundas que llegan desde las habitaciones de los adolescentes que gozan de la fortuna del sueño. La de los niños que alborotarán la mañana con sus  trinos.
Fuera de la casa el silencio ha tomado forma. La de las calles vacías. La de las vidrieras oscuras. La del caminante solitario que se arriesga. La de la cola frente supermercado: de dos en dos, por favor. 
Fuera de la casa lo incierto ha tomado forma. La de la góndola vacía. La de la cola frente al banco. La de la víbora de autos frente a los surtidores de combustible. La de las bolsas de comestibles cargadas por caras alargadas y la de los ojos enormes, de esas manos que viven de lo que se cosecha a diario.
Parafraseando a Saer: amanece y ya estamos con los ojos abiertos.






 

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